Se desaconseja su consumo indiscriminado porque alteran la percepción de sabores y faltan datos sobre potenciales efectos a largo plazo.
Dos potes de yogurt pueden ser suficientes para que un niño de dos años supere su Ingesta Diaria Admisible de estevia, uno de los edulcorantes más empleados actualmente.
Y si bien la ocurrencia esporádica de este hecho no reviste mayor gravedad, recomendaciones de paneles de profesionales de la salud llaman a tener precaución con el consumo infantil de edulcorantes bajos o sin calorías, como estevia, sucralosa, aspartamo, sacarina, acesulfamo de potasio o ciclamato de sodio. Esto, considerando que hoy es difícil encontrar lácteos, jugos, bebidas, cereales y golosinas que no los contengan, especialmente en Chile, tras la entrada en vigencia de la Ley de Etiquetado nutricional.
«Los menores de dos años no deberían consumir edulcorantes, ya que su peso es reducido y como estos están presentes en distintos alimentos, puede que no se tenga conciencia de qué cantidad finalmente están ingiriendo», advierte Samuel Durán, vicepresidente del Colegio de Nutricionistas y académico de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. San Sebastián.
Escasa evidencia
Durán es uno de los autores del primer Consenso Iberoamericano sobre Edulcorantes Bajos en o Sin Calorías, publicado el mes pasado en la revista Nutrients.
El documento, en cuya elaboración participaron 66 especialistas de distintos países y disciplinas, señala que los edulcorantes bajos o sin calorías «se pueden recomendar a niños con condiciones de salud específicas, como diabetes, sobrepeso, historial de caries severas o cualquier condición que requiera restringir la ingesta de azúcar».
Pero, dice Durán, «hay que tener cautela: no es una indicación de salud pública que todos los niños consuman alimentos dietéticos». Por eso, el consenso agrega que para niños menores de 6 años, «el consumo de alimentos y bebestibles con endulzantes bajos o sin calorías no es recomendado en el contexto de la educación y percepción de sabores dulces».
Esto apunta a que la exposición temprana a alimentos altamente endulzados puede afectar las preferencias de sabores del niño. «Si bien no tienen calorías o son bajas, su sabor aumenta la densidad de las papilas gustativas sensibles a lo dulce. Entonces el cuerpo pide que comas más alimento para llegar al umbral de dulzor», explica el doctor Humberto Soriano, presidente de la Sociedad Chilena de Pediatría. El experto agrega que, al tratarse de productos que llevan pocos años en el mercado, sus efectos a largo plazo no se conocen.
Según la Academia Estadounidense del Corazón (AHA), la mayor parte de los endulzantes que hoy se consumen están en bebestibles, como jugos y gaseosas. Por esto, en un documento publicado el pasado 30 de julio en la revista Circulation, la AHA señala que si bien estos pueden ser una estrategia efectiva para bajar de peso, «hay escasa evidencia sobre los efectos potencialmente adversos en relación con los potenciales beneficios». Por lo anterior, los autores indican que «por el momento es prudente desaconsejar el consumo prolongado de bebestibles con endulzantes bajos en calorías por parte de niños».
Por todo lo anterior, Soriano y Durán coinciden en que lo más adecuado es privilegiar el consumo de agua pura o saborizada solo con fruta, leche blanca y yogur natural. «Y nunca endulzar ni con azúcar, miel o endulzantes los alimentos de niños menores de 2 años», concluye el nutricionista.