Intolerancia a la lactosa: Un problema común

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Por: Nutrición Inteligente

Es la incapacidad de digerir el azúcar de la leche y es causada por una baja o nula producción de una enzima llamada lactasa. Se estima que afecta al 60% de los chilenos y presenta síntomas similares a los de otras dolencias como el colon irritable. Su tratamiento consiste en disminuir o eliminar los alimentos con leche de la dieta, pero la buena noticia es que existe una variada –y deliciosa- oferta para reemplazarlos.

Seguro que todos hemos escuchado de algún cercano que luego de consumir leche u otro alimento lácteo, presenta molestias digestivas. Incluso quizás nosotros mismos hemos sufrido este problema, muy común hoy día. Sin embargo, dichas molestias no necesariamente significan que se es intolerante a la lactosa, por lo que aquí les entregaremos una breve guía para entender en qué consiste esta intolerancia, como siempre recordándoles que es un profesional de la salud quien debe hacer el diagnóstico definitivo.

La lactosa es el azúcar presente en la leche de todos los mamíferos -por ende también en los humanos- y está compuesta por dos azúcares, denominados glucosa y galactosa. La lactosa como tal no puede ser absorbida por nuestro intestino, sino que debe ser digerida por una enzima llamada lactasa. El “pero” es que esta enzima se produce en forma significativa durante la infancia, sin embargo a medida que crecemos, la producción disminuye o se hace nula. La intolerancia a la lactosa es justamente la incapacidad de digerir cantidades significativas de este azúcar de la leche, debido a una baja o nula producción de la enzima lactasa por las células del intestino delgado. Al no existir suficiente lactasa, gran parte de la lactosa pasa al intestino grueso provocando síntomas como dolores, náuseas, flatulencia, hinchazón abdominal e incluso diarrea. Las molestias descritas se pueden presentar hasta dos horas después de la ingesta de lácteos, y la cantidad e intensidad de los síntomas pueden variar de una persona a otra.

Ahora bien, existen dos tipos de intolerancia a la lactosa: La Primaria o Hereditaria, de origen genético, es causada por la mencionada baja en la producción de la enzima lactasa (que puede comenzar entre los dos a siete años de edad). Como es una disminución lenta y progresiva, los síntomas se pueden manifestar muchos años después, generalmente en la vida adulta. Y la Secundaria o Transitoria, en cuyo caso la falta de lactasa se debe a enfermedades que dañan al intestino, como la enfermedad celíaca, enfermedad de Crohn, enfermedades inflamatorias o infecciosas del intestino. Sin embargo, otros problemas intestinales, como el síndrome del intestino irritable, pueden causar los mismos síntomas que la intolerancia a la lactosa, por lo que resulta difícil diagnosticar esta última sólo con la presencia de los síntomas descritos. Por esto, frecuentemente se evalúa si la sintomatología desaparece con la exclusión de todo lácteo de la dieta por dos semanas, para luego reintroducirla, comparando los síntomas en ambos períodos.

Una precisión muy importante al hablar de intolerancia a la lactosa, es entender que no es lo mismo que la intolerancia a las proteínas de la leche de vaca. Esta última es una reacción inflamatoria, inespecífica y generalmente tardía, desencadenada por el sistema inmune. Mientras la Intolerancia a la lactosa sólo afecta el sistema digestivo, la intolerancia a las proteínas de la leche de vaca puede afectar también otros sistemas del organismo, como las vías respiratorias o las articulaciones.

TRATAMIENTO

Si bien no existe ningún tratamiento para recuperar la actividad de la enzima lactasa, la sintomatología puede eliminarse restringiendo los alimentos que tengan lactosa, como la leche y derivados como la crema, manjar y otros postres. Si se trata de una intolerancia leve, el paciente puede consumir algunos lácteos que son mejor tolerados, como la mantequilla, el yogurt o el quesillo. Los quesos maduros NO contienen lactosa. Entre las alternativas para reemplazar la leche que existen actualmente en el mercado, están las leches SIN lactosa -que la desdoblan en glucosa y galactosa, por lo que suelen tener un sabor más dulce- y una gran variedad de leches vegetales, producidas de legumbres como la soya o frutos secos, entre otras.

Otra alternativa es consumir un suplemento enzimático de lactasa, que se encuentran en tiendas especializadas como en Nutrición Inteligente.

Seguramente los productos para personas con intolerancia a la lactosa irán ganando presencia, pues la deficiencia de lactasa es la deficiencia enzimática más frecuente en todo el mundo y se estima que afecta al 75% de la población con una variación geográfica amplia. En nuestro país, los últimos estudios del Departamento de Gastroenterología de la Universidad Católica, indican que un 60% de la población podría padecer esta dolencia.

Si se padece de intolerancia a la lactosa, también debe tenerse cuidado con algunos alimentos procesados a los que se les agregan lácteos, y que eventualmente podrían generar síntomas. Algunos de ellos son el pan envasado, masas elaboradas, cereales para el desayuno, puré de papas, sopas, margarinas, suplementos de proteínas, endulzantes como la sucralosa e incluso medicamentos, que usan lactosa como excipiente. Les entregamos un tip: la lactosa puede esconderse bajo varias denominaciones, como por ejemplo, leche en polvo, monohidrato de lactosa, ingredientes modificados de la leche, suero de leche o derivados lácteos. Por ello, debemos recordar leer con atención el etiquetado nutricional (como se explicó en nuestro Newsletter de Noviembre) y, como siempre les decimos, acudir a un profesional si vemos que algo no está funcionando en nuestro organismo.

Bibliografía

1.- Infante D. Intolerancia a la lactosa: En quién y porqué. An Pediatr (Barc). 2008;69(2):103-5 – http://escuela.med.puc.cl/paginas /Gastro4/Ap_Gastro_12.htm
2.- Melvin B Heyman. Lactose Intolerance in Infants, Children, and adolescents. Pediatrics 2006; vol 118,N°3: 1279-1286
3.- Alliende F. Intolerancia a la lactosa y otros disacáridos. Gastr Latinoam 2007;vol 18, n°2:152-153