La nutrición y la fitoterapia ayudan a mejor la calidad de vida y la salud general de todas las personas. Los nutrientes que aporta una dieta sana y equilibrada, junto al uso de plantas medicinales, tienen el objetivo de beneficiar la salud, ya que pueden ayudar al usuario a solucionar o aliviar problemas de fertilidad, ansiedad, insomnio o menopausia.
Su aplicación consiste en el tratamiento de enfermedades a través de las especies vegetales y sus derivados. Esta ciencia nació casi con el hombre, ya que “desde la prehistoria, éste ha aprendido a reconocer las plantas útiles para curar y ha transmitido ese conocimiento primero de forma oral y luego escrita”.
La tendencia general indica que la salud empieza a mostrar algunos cambios desde los 65 años aproximadamente, pero que aquellos más significativos son, a menudo, después de los 75 u 80 años. Así como los niños muestran bandas estrechas de tolerancia a la infección, la deshidratación, el hambre y otros tipos de estrés, también lo hacen las personas mayores; aunque, por lo general, manifiestan estados de crisis a un ritmo tardío en comparación con los niños. El tratamiento de pacientes en edad avanzada requiere de conocimientos especializados, por lo que este tipo de profesionales eligen actualizar sus conocimientos mediante maestrías en fitoterapia.
Evitar la desnutrición en personas mayores
La nutrición y la fitoterapia antienvejecimiento pueden ser de gran beneficio para este tipo de pacientes, especialmente cuando se aplican e individualizan con elegancia. Las personas mayores representan un desafío, porque su respuesta y tolerancia al tratamiento varía más que cuando eran jóvenes. Lo que promete este tipo de tratamientos antienvejecimiento son alimentos integrales de alta calidad, ricos en nutrientes, orgánicos cuando sea práctico y libres de antibióticos, fungicidas, mohos, bacterias, hormonas y residuos peligrosos.
Para esto, se ha recomendado la dieta mediterránea (rica en frutas frescas, verduras, granos, aceite de oliva, nueces y semillas, proteínas magras; pocos alimentos refinados, bajas grasas saturadas, azúcar y carne), ya que se asocia con un menor riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes, obesidad y Alzheimer. La ciencia de los flavonoides y los antioxidantes está descubriendo los vastos beneficios de estos activos en verduras, frutas, productos, granos integrales, aceite de semillas vegetales y hierbas culinarias o medicinales.
Riesgos en la ingesta nutricional a una avanzada edad
Las personas mayores tienen un mayor riesgo de una ingesta nutricional reducida, baja absorción nutricional y peor estado nutricional debido a varios factores relacionados con la edad:
- Dentaduras postizas y dolor bucal; o falta de coordinación al tragar.
- Boca seca.
- Náuseas.
- Estreñimiento o diarrea.
- Dolor abdominal (cálculos biliares, úlceras, cáncer, angina, ascitis).
- El gusto (la pérdida de vista y gusto hace que la comida sea menos agradable).
- La demencia.
- La depresión.
Los nuevos estudios sugieren que la reducción de la colecistoquinina intestinal y los neuropéptidos disminuyen el deseo de comer y aumentan el umbral de saciedad (Morley, 1997). El Manual Merck de Geriatría es un recurso clínico útil para los médicos que atienden a pacientes de 65 años o más. Esto se debe a que la vida de un paciente puede ser salvada por un médico capaz de diagnosticar, puntualmente, la desnutrición o la deshidratación repentina.
En la actualidad, cientos de productos contra el envejecimiento están disponibles, y su número está creciendo rápidamente. Cada profesional tiene una lista de elementos esenciales para el paciente sano. Reconociendo la impracticabilidad de tratar de discutir cada agente antienvejecimiento, la nutrición y la fitoterapia pueden prolongar la salud, contribuir a la longevidad y mejorar la calidad de vida de este grupo poblacional.
Siendo la prioridad principal del médico, como se comenta anteriormente, prevenir o reconocer la desnutrición o la deshidratación (a menudo omitida porque los síntomas se atribuyen a la enfermedad existente) de los ancianos y diagnosticar la enfermedad.
Destaca, asimismo, la importancia de adaptar un programa a cada paciente, con un arsenal de recomendaciones de estilo de vida, tanto tradicionales como basadas en la ciencia; dietas, nutrientes y fitomedicina, que aborden los problemas de vitalidad, como la inflamación, pérdida de memoria y visión, salud de la piel, depresión, dolor crónico y enfermedades del corazón, entre otros. Por todo ello, la investigación emergente hace de éste un momento más que emocionante para combinar el conocimiento tradicional con los nuevos descubrimientos.