Por: Andrea Chicurel (Directora Técnica, Nutrición Inteligente)
Esta vitamina fue aislada en la década de 1930 específicamente en 1928 por Albert Szent Gvordy profesor de Química de la Universidad de Budapest, el cual pudo separar esta vitamina a partir del pimentón verde, vegetal rico en Vitamina C.
Pero 50 años después se propuso como parte del tratamiento de las infecciones respiratorias, cuando el premio Nobel, Linus Pauling, llegó a la conclusión de que la vitamina C podría prevenir y aliviar el resfrío común, después de que sus investigaciones arrojaran una reducción del 45% en la aparición de resfríos con una ingesta diaria de 1000 mg/día. Sin embargo, muchas investigaciones realizadas desde 1990 han sido contradictorias.
Desde la antigüedad, la función más popular de la Vitamina C conocida es la de actuar como un agente preventivo y terapéutico en contra del resfrío común, dejando de lado muchas de sus otras importantes funciones, tales como: evitar el envejecimiento prematuro, la arteriosclerosis y el cáncer, dado su potente actividad antioxidante.
El ácido Ascórbico o Vitamina C, pertenece al grupo de las vitaminas hidrosolubles, lo que quiere decir que se disuelven en agua. Esta condición hace que la vitamina C sea un eficiente eliminador de radicales libres en los fluidos corporales. Esto es así, ya que pueden actuar como un radical libre más, que se descompone rápidamente para producir ácido ascórbico y ácido dehidroascórbido. Mediante estas reacciones, la vitamina C captura radicales libres potencialmente tóxicos como los superóxido o hidroxilos. Es decir, la Vitamina C se oxida protegiendo a nuestras biomoléculas, como los lípidos de membrana celular, de la oxidación.
La vitamina C se necesita además para la fabricación de adrenalina y noradrenalina, así como hormonas esteroidales (cortisol, hormonas sexuales y colesterol, entre otras). Los glóbulos blancos utilizan y transportan la Vitamina C a los sitios donde hay daño, especialmente en casos de infecciones, requiriendo al menos 7 g de Vitamina C por día solamente para realizar esta función. La Vitamina C también es requerida para evitar la oxidación cerebral, por lo que es indispensable para mantener el sistema nervioso en óptimas condiciones. También ayuda a eliminar las placas de calcio adheridas a las arterias, así como el exceso de minerales y de metales pesados. Por último, la vitamina C destruye la histamina, la molécula producida en casos de alergia, quemaduras y picaduras de insectos.
La vitamina C no es generada por nuestro cuerpo, por lo tanto, debemos obtenerla a partir de la alimentación o suplementación. Hay muchas frutas que se destacan por la alta concentración de esta vitamina, tales como: arándano, frambuesa, pomelo, limón, naranja, kiwi, entre otras. También contienen altas dosis de ácido Ascórbico las verduras como espárragos, brócoli, repollo morado, espinacas y cebollas.
El resfrío común es una infección del tracto respiratorio superior causada por un virus. Existen más de 200 virus asociados a esta infección y los síntomas los conocemos: dolor de cabeza, congestión nasal, dolor de garganta y estornudos. Se estima que los niños se resfrían más que los adultos, debido a la inmadurez de su sistema inmune. El resfrío es uno de los motivos de consulta más frecuentes en la atención primaria y se encuentra dentro de las primeras causas de ausentismo laboral en Chile.
El uso de la vitamina C para reducir los resfriados no está justificada. Algunos ensayos han demostrado que la vitamina C reduce la duración y alivia los síntomas de los resfríos, disminuyendo los días cama de los pacientes. Sin embargo, los estudios internacionales, con dosis inferiores a los que recomienda la medicina ortomolecular, concluyen que la vitamina C no es efectiva para prevenir el resfrío común en los adultos. Algunos estudios muestran que en combinación con 10 mg de Zinc, tiene un efecto sinérgico mucho más potente.
Si queremos utilizar la Vitamina C como antioxidante o atenuante del resfrío, necesitamos ingerirla como suplemento, ya que la alimentación no bastaría para lograr cubrir la recomendación de al menos 1000 mg/día. Dato: una naranja contiene 38 mg de Vitamina C.
Se propone que la administración vía oral de Vitamina C sea fraccionada en 4 veces al día, para proteger la mucosa gástrica. La dosis máxima que tolera el organismo es personal, pero en tratamientos de enfermedades virales más graves, se han llegado a utilizar hasta 50 gramos sin tener ningún efecto secundario. Como la vitamina C se disuelve en agua, el exceso es eliminado por la orina.
Pero cuidado, el consumo de alcohol, analgésicos, antidepresivos, anticonceptivos, y por sobre todo el tabaco, puede disminuir los niveles de vitamina C en nuestro organismo.
Bibliografía:
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